Los 10 inversores más influyentes de la historia: quiénes son y en qué invierten

19 de agosto de 2016  |  Erik Podzuweit
Die 10 Großmeister der Börse: Wer sie sind, was sie raten
Warren Buffett, Daniel Kahneman, Eugene Fama y Benjamin Graham: descubre cómo invierten los grandes maestros de la inversión. Repasamos algunas de sus lecciones más importantes.

Como de costumbre, esta primavera el famoso inversor Warren Buffet (foto) celebró el Día de Berkshire, una junta general de accionistas que se celebra anualmente en su holding empresarial en Omaha, Nebraska (Estados Unidos), al que atendieron más de 35 000 accionistas y se retransmitió en directo por primera vez. Muchas de las personas que atendieron esperaban conocer mejor y de primera mano el negocio de Berkshire, pero también porque hay una cierta fascinación por Buffett, a quien además le gusta divulgar consejos y conocimientos sobre la inversión en las juntas generales de accionistas. «Mantened lejos a los asesores de inversión» fue uno de sus consejos en esta ocasión. Buffett también es conocido por la frase «El riesgo viene por no saber lo que se hace».

Aunque las palabras de Buffett suelen calar en la gente, especialmente a la hora de invertir, no es la única persona que divulga sobre el funcionamiento de la bolsa y los trucos de los y las agentes de bolsa, y tiene un gran alcance en la comunidad inversora. Algunos profesionales de la inversión, como Peter Lynch o Benjamin Graham, o académicos como Daniel Kahneman o Eugene Fama con un gran conocimiento sobre el complejo funcionamiento de los mercados de capitales han transmitido sus conocimientos. A continuación, te presentamos a los diez maestros de la bolsa y sus lecciones más importantes.

1. Eugene Fama, el sabio del mercado

Eugene Fama apenas tenía 20 años cuando estudió lenguas romances en la Universidad de Tufts (Boston). Al final resultó que Voltaire no era lo suyo y el nieto de inmigrantes sicilianos se pasó a la economía. En 2013, cuando tenía 74 años, recibió el Premio Nobel de economía gracias a una publicación que ya había presentado previamente en los años setenta. Fama es el padrino de la hipótesis del mercado eficiente, una de las teorías más importantes en el campo de investigación del mercado de capitales. Esta teoría establece que el precio de una acción refleja toda la información relevante de la misma, o lo que es lo mismo, que el precio actual es la mejor estimación del valor real de una acción. Fama introdujo así la idea de la mentalidad de rebaño en la economía financiera.

En el mundo de los mercados que describe Fama no tiene sentido buscar valores prometedores porque nadie puede aprovecharse de un análisis de los balances de las empresas, por muy exhaustivos que sea, y la comprobación de las valoraciones, los precios ya reflejan los datos y las perspectivas de futuro. Fama compara a las personas que eligen cuidadosamente los valores, es decir, profesionales del dinero que intentan ganar terreno al mercado seleccionando los mejores valores, con la gente que profesa la astrología.


Compararía a las personas que eligen cuidadosamente los valores con la astrología, pero no quiero hablar mal de las personas que profesan esta doctrina.

Eugene Fama


Asimismo, Fama critica la palabrería irresponsable sobre las burbujas de precios porque estas no pueden formarse en mercados eficientes, e incluso llegó a cancelar su suscripción al The Economist porque los editores escribían a menudo sobre burbujas. Su idea del mercado perfecto tiene acérrimos opositores y, aunque los mercados no son eficientes al 100 %, a menudo sí lo son. Su trabajo ha sido una gran contribución a la comprensión del mercado de valores.

2. Daniel Kahneman, el psicólogo

Daniel Kahneman fue galardonado con el Premio Nobel de Economía en 2002 y profesor de psicología en la Universidad de Princeton. Inicialmente, su investigación se centró en la toma de decisiones de las personas y gracias a esta descubrió que la gente se rige por la intuición para hacer afirmaciones obvias, pero a menudo también erróneas, con el fin de minimizar el esfuerzo mental. Este comportamiento se puede explicar con la siguiente tarea:

Un bate y una pelota cuestan 1,10 $.
El bate cuesta 1 $ más que la pelota.
¿Cuánto cuesta la pelota?

Aunque sintamos la inclinación a responder automáticamente que el precio de la pelota es de 10 céntimos, esta respuesta es errónea, porque eso significaría que el bate y la pelota costarían 1,20 $. La respuesta correcta es 5 céntimos. Más de la mitad de los y las estudiantes encuestados en las renombradas universidades de Harvard, MIT y Princeton fallaron al contestar a esta pregunta. Es como si en el cerebro compitiesen dos lados, uno perezoso y otro diligente, siendo el perezoso quien con una frecuencia aterradora toma el mando. Cuando se trata de invertir, este tipo de fallos de apreciación pueden traer consigo consecuencias desagradables, tanto para profesionales como particulares.


Los fondos con más éxito en un año determinado son, simplemente, los más afortunados: tuvieron suerte al tirar los dados.

Daniel Kahneman


Aunque parezca contradictorio, Kahneman critica especialmente a las personas profesionales de la inversión porque sufren de la llamada «ilusión de la competencia», otra de las conclusiones procedentes de sus estudios. En su libro Pensar rápido, pensar despacio Kahneman describe cómo una empresa de gestión de activos para clientes con mucho dinero una vez le proporcionó una lista con los beneficios anuales que 25 asesores habían obtenido en un periodo de ocho años. Esto generó cierta curiosidad en Kahneman, quien quiso averiguar si algunos de estos asesores eran especialmente buenos, por lo que calculó las correlaciones entre las clasificaciones que habían logrado en diferentes años. Esta correlación resultó ser de casi cero, por lo que cabe deducir que los rendimientos obtenidos fluctuaron aleatoriamente y no hubo ningún asesor que destacara especialmente a lo largo de esos ocho años.

«[...] Este tipo de resultados puede esperarse de «un juego de dados», pero no en un juego de habilidad», escribe Kahneman. Por supuesto, la empresa de gestión de activos no quiso saber nada al respecto e ignoraron el resultado., un tipo de actitud que Kahneman también ha observado entre otras gestoras de fondos, donde prácticamente ninguna de ellas consigue ganar terreno al mercado a largo plazo (véase John Bogle más abajo). De acuerdo con Kahneman, la creencia de poder ganar al mercado seleccionando valores es errónea, para él quienes quieren llenar su cartera con fondos de gestión activa no se están haciendo ningún favor.

3. John Bogle, el imitador

John Bogle revolucionó la industria financiera con el «solo hay que copiar el índice» y, de hecho, fue la empresa de inversión de Bogle, Vanguard, la que lanzó el primer índice hace 40 años. Los fondos indexados replican un barómetro bursátil, como el IBEX 35 o el S&P 500. Hoy en día estos fondos se conocen por las siglas ETF y tiene un capital de inversión de alrededor de 3 billones de dólares estadounidenses en todo el mundo.


No busques la aguja en el pajar, compra el pajar.

John Bogle


Hizo falta mucha insistencia y obstinación para que los fondos indexados alcanzaran su éxito y Bogle, que falleció en 2019 a los 89 años, merece una gran parte del mérito. Bogle despotricó en entrevistas y artículos contra el sector de la inversión que, en su opinión, se llenaba principalmente los bolsillos en lugar de hacer crecer el capital de sus clientes. Especialmente acusó a las gestoras de dinero por cobrar a la comunidad inversora comisiones infladas con el falso pretexto de que a cambio tendrán los valores más prometedores en sus carteras, algo que Bogle llama «brujería».

Numerosos estudios le han dado la razón y Bogle concluye que no sirve de nada buscar la aguja (o acción) en el pajar (o índice) como hacen las gestoras de fondos activos, lo mejor es comprar el pajar, lo que también se conoce como inversión pasiva. Desde que Bogle lanzó sus fondos indexados de bajo coste se han abierto las puertas a las personas que quieren invertir con sumas de dinero más pequeñas.

4. Warren Buffett, la superestrella

La historia de éxito de Warren Buffett empezó dando un paso en falso, o al menos así lo ve él mismo. En 1965 se hizo con una gran parte de la empresa textil Berkshire Hathaway, pero el negocio no iba muy bien. A pesar de varios intentos para reconducir la empresa, al final Buffett la tuvo que cerrarla. Afortunadamente para Buffett, la adquisición de Berkshire no tuvo grandes consecuencias para él, ya que a su vez se había hecho con varias aseguradoras. Berkshire se convirtió así en un holding que ya había invertido en decenas de conocidas empresas, como Coca-Cola, Goldman Sachs o IBM. Y, debido a que Buffett (cuya fortuna se estima en 65 000 000 $) aumentó el valor de la empresa una media de más del 20 % anual durante 51 años, se ha convertido en el inversor más famoso de todos los tiempos. Cada año, decenas de miles de personas peregrinan a la junta general de accionistas anual de Berkshire en Omaha, Nebraska (Estados Unidos).


No preguntes al barbero si necesitas un corte de pelo nuevo.

Warren Buffett


Buffett utiliza la carta a accionistas para compartir su profundo conocimiento de los mercados de capitales con frases ingeniosas, como la que compara a la banca de inversión con los barberos más arriba. En esta ocurrente cita, Buffett señala el conflicto de intereses en el que se encuentran las personas profesionales de la inversión, donde tanto estas como sus empleadores y empleadoras (bancos y agencias de valores) ganan grandes cantidades de dinero cuando sus clientes cambian sus carteras y hacen nuevas inversiones. Al fin y al cabo, cobran comisiones por cada compra y venta, así que es lógico que las recomendaciones de las asesoras y asesores que cobran comisiones quieran tentar a la persona que invierte constantemente a que tome decisiones activas.

5. John Templeton, el valiente

En 1939, un John Templeton de 27 años presentó una orden inusual a su bróker Fenner & Benne de Nueva York: «Cómprame 100 $ de cada acción estadounidense que cueste menos de un dólar». Normalmente se habría rechazado esta instrucción, pero como Templeton había trabajado anteriormente como aprendiz en Fenner & Benne, el bróker envió esta orden. Lo que Templeton obtuvo fue una cartera variopinta compuesta por 104 empresas, muchas de ellas al borde de la quiebra, pero eso era exactamente lo que quería: apostar por que la mayoría de esas empresas se recuperaran. 34 de ellas quebraron, pero las otras consiguieron levantar cabeza, por lo que Templeton pudo cuadruplicar los 10 000 $ que había invertido en solo cuatro años. Posteriormente, utilizó este dinero para crear su propia empresa de inversión, que vendió al Grupo Franklin en 1992.


Las únicas personas que no deben diversificar sus inversiones son las que aciertan el 100 % de las veces.

John Templeton


Templeton falleció en 2008, pero sus principios y lecciones siguen muy presentes hoy en día. Su estrategia con las acciones de un céntimo (nombre que reciben las acciones que cuestan menos de 1 $) solo funcionó porque siguió uno de sus principios más importantes: la diversificación. El término se refiere a la distribución del dinero invertido en muchos valores, de modo que las ganancias de precio de una acción puedan compensar las pérdidas de otra. Si Templeton solo hubiera apostado a una acción, habría una probabilidad del 33 % de que hubiera perdido todo, pero a través de su estrategia de diversificación, las ganancias de dos tercios de los valores superaron con creces las pérdidas de las empresas en quiebra.

Es innegable que la diversificación en 100 acciones de un céntimo implica muchos riesgos, por ellos normalmente la gente prefiere repartir su dinero entre tipos de activos diferentes, como acciones, bonos, inmuebles y materias primas y, además, diversificar regionalmente. Esto resulta importante porque hoy en día los mercados financieros están estrechamente interconectados y los activos muestran una tendencia a desplomarse en masa. Resumiendo, en tiempos de crisis, las correlaciones suelen dispararse, mientras que los precios de los valores se desploman. Esto no quiere decir que la diversificación haya dejado de funcionar. Al contrario, las carteras deben estar todavía más diversificadas, por ejemplo con ETFs, para poder beneficiarse del efecto positivo de compensar pérdidas y ganancias.

6. William Bernstein, el todoterreno

William Bernstein ha practicado varias profesiones a la vez, como asesor financiero, publicista o neurólogo. En su faceta de asesor financiero, Bernstein tenía una cartera de clientes adinerados con activos superiores a los 25 millones de dólares. Además, escribió varios libros divulgativos sobre la asignación de activos o la planificación para la jubilación. El fundador de Vanguard, John Bogle, es uno de sus modelos a seguir. «Sin su apoyo probablemente no habría llegado a escribir sobre la inversión y, sin Vanguard, sería mucho más pobre», escribió Bernstein.


La asignación de activos es el único factor que afecta a una inversión sobre el que se puede influir.

William Bernstein


Para Bernstein, las instituciones financieras de Wall Street prosperan principalmente a expensas del pequeño inversor e inversora: «Estás en una lucha a vida o muerte con la industria financiera», advierte a sus lectores, «cada dólar que pagas en comisiones sale directamente de tu bolsillo». Por eso es tan importante, en su opinión, seguir algunas reglas básicas a la hora de invertir, como centrarse en los bajos costes y la asignación de activos, es decir, la distribución adecuada de los activos entre sus diferentes tipos, ya que este es el único factor que determina el rendimiento de una cartera que se puede controlar. Esto se debe a que la elección del momento oportuno y la selección de valores no conducen al éxito a largo plazo, ya que todos las personas individuales no pueden influir en los acontecimientos externos (quiebra bancaria, revolución tecnológica o el poder adquisitivo de una divisa).

7. Peter Lynch, la paciencia personificada

El encabezado del currículum de Peter Lynch podría ser «De caddie a leyenda de la inversión», y es que en 1966, este estudiante de historia, filosofía y psicología, se incorporó a la empresa de fondos Fidelity. Consiguió el empleo porque trabajó como caddie en un campo de golf, donde conoció al entonces presidente de Fidelity, D. George Sullivan. Y así comenzó el ascenso de Lynch. En 1977, se hizo cargo del fondo Magellan de Fidelity que creció de 18 millones a 14 000 millones de dólares hasta que dejó la dirección 13 años después. Durante ese tiempo, Lynch había generado una rentabilidad media del 29 % anual, unos 18 puntos porcentuales más que el S&P 500 (dividendos incluidos). Queda por ver si tuvo mucha suerte, si fue un maestro o ambas cosas, pero en cualquier caso, este hombre de 72 años es uno de los pocos gestores de fondos de la historia que ha logrado superar al índice a largo plazo.


El éxito o el fracaso dependerá de tu capacidad para ignorar las preocupaciones del mundo lo suficiente para permitir que tus inversiones tengan éxito.

Peter Lynch


Para Lynch, la paciencia es una de las claves fundamentales del éxito en la bolsa. Su afirmación de que hay que ignorar las preocupaciones del mundo para tener éxito en bolsa (véase más arriba) parece más pertinente que nunca en tiempos en que la información está siempre a un clic de distancia. El Brexit, la crisis del euro o el ralentizamiento de la economía china: si se sigue lo último en actualidad, se tiene la impresión de que el colapso económico es siempre inminente, pero solo las personas que mantienen su estrategia de inversión en medio de esta vorágine de noticias conseguirán que su inversión triunfe a largo plazo. Sin embargo, esto no es tan fácil como parece porque la gente tiende a actuar con rapidez cuando se ve amenazada (o a sus inversiones), pero reaccionar emocionalmente a los acontecimientos de los mercados financieros es contraproducente.

8. Benjamin Graham, el cerebrito

Si preguntas a Warren Buffett cuál es el mejor libro de inversión de todos los tiempos, obtendrás una respuesta clara: El inversor inteligente de Benjamin Graham. Buffett afirma que leyó este libro en su luna de miel, y no solo eso, sino que también estudió con Graham y trabajaron juntos durante dos años en su empresa, Graham Newman Corporation. ¿Quién enseñó todo lo que hay que saber a Buffett para que se convirtiese en el inversor de más éxito de todos los tiempos?

Benjamin Graham, que falleció en 1976 a los 82 años, es considerado el padre del análisis de valores. Identificó variables fundamentales, como los dividendos, la liquidez, el crecimiento de los beneficios y el valor contable para poder evaluar a una empresa y que, hoy en día, están incorporadas por defecto en los precios de las acciones. No es casualidad que fuera Graham quien introdujera estos ratios en el análisis bursátil, ya que acumuló una experiencia muy valiosa a lo largo de su vida como inversor. Graham empezó su carrera en Wall Street como chico de los recados en la empresa de corretaje Newburger, Henderson & Loeb, donde por unos dólares a la semana escribía los precios de los valores en una pizarra. Allá por 1929 ya dirigía su propia empresa y sufrió las consecuencias del Crac del 29 y, posteriormente, la Gran Depresión. En esta época vio como muchas personas se arruinaban por haber apostado ciegamente por acciones, incluso él mismo estuvo a punto de quebrar. Por ello, Graham quiso dotar a la inversión en renta variable de una base cuantitativa.


La esencia de gestionar inversiones es la gestión de riesgos y no la gestión de beneficios.

Benjamin Graham


Otro ámbito donde se adelantó a su tiempo es la gestión de riesgos. Graham se dio cuenta que para tener éxito en la inversión no había que gestionar los beneficios, sino los riesgos, una idea que sigue muy presente hoy, pero que casi ninguna gestora ha conseguido aplicar con éxito. La gestión de riesgos suele seguir el mismo patrón: cuando el mercado bursátil se tambalea, la gestora de cartera mueve algunos puntos porcentuales de las posiciones en renta variable a renta fija. Una vez que los precios vuelven a empezar a subir, vuelve a cambiarlo. Aquellas personas que gestionan a nivel profesional los riesgos deben cuantificar claramente el riesgo de pérdida y ajustar la ponderación de los valores en consecuencia y, para ello, es muy importante tener en cuenta los últimos hallazgos de los estudios bursátiles. Esta es la única forma de tener bajo control el riesgo de los mercados financieros.

9. James O'Shaughnessy, el fanático de los modelos

James O'Shaughnessy es otro pionero en el campo de la inversión en renta variable basada en reglas que analizó grandes bases de datos para probar docenas de estrategias de inversión allá en el año 1926. O'Shaughnessy publicó sus resultados en el libro de 680 páginas Lo que funciona en Wall Street, que se publicó por primera vez en 1997. Aunque no se esté de acuerdo con O'Shaughnessy en que se puede batir al mercado eligiendo valores, el gestor de activos estadounidense realizó un importante avance al acercar la inversión cuantitativa a un amplio abanico de personas. O'Shaughnessy analizó bases de datos de gran tamaño como Compustat y CRSP (Center for Research in Secutiry Prices), y siempre invirtió con un enfoque basado estrictamente en reglas, o lo que es lo mismo, según un algoritmo para dejar así de lado cualquier decisión influenciada por el instinto y las emociones.


Los modelos nunca están de mal humor, nunca tienen discusiones con sus parejas o resaca después de una noche de fiesta, y nunca se aburren.

James O'Shaughnessy


Para una persona, esto resulta prácticamente imposible, especialmente para aquellas que se exponen diariamente a la avalancha de información y las emociones resultantes, que suelen dejar de lado su estrategia de inversión. Por ello, O'Shaughnessy confía en los ordenadores, porque «no tienen sentimientos», como él mismo dijo. Hoy en día, los ordenadores pueden contribuir mucho más al éxito de las inversiones. Por ejemplo, el método de Montecarlo puede utilizarse para analizar miles de escenarios del rendimiento futuro de una cartera en muy poco tiempo y obtener previsiones de riesgo bastante precisas. Estos métodos pueden utilizarse para gestionar el riesgo de una cartera y proteger a la persona que invierte de las caídas de precios, que ya de por sí resultan emocionalmente bastante difíciles de soportar.

10. Benoît Mandelbrot, el creativo

«He viajado solo tantas veces y durante tanto tiempo que ya no me importa en absoluto» es una de las frases de Benoît Mandelbrot que probablemente resuman mejor la vida de este profesor de matemáticas que falleció en 2010. Mandelbrot trabajó en muchos campos de la ciencia, como la física teórica, meteorología, aeronáutica y neurología, por nombrar algunos de ellos, y, por supuesto, en las finanzas. Siempre quiso mantenerse distanciado de lo convencional y, a menudo, se ha opuesto a los círculos científicos establecidos. Según a quién se pregunte, se le considera un promotor, un inconformista o un genio universal.


Los financieros e inversores del mundo son, en estos momentos, como marineros que no hacen caso a los avisos meteorológicos.

Benoît Mandelbrot


Mandelbrot libró una batalla especialmente encarnizada en el sector financiero, donde acusó a la industria del dinero de adoptar en sus modelos teorías científicas claramente falsas. Sus críticas se dirigían sobre todo contra la hipótesis de la distribución normal, que afirma que los saltos diarios de los precios en la bolsa siguen el patrón de la distribución normal de Gauss. Esta distribución afirma que nunca se producen grandes subidas o bajadas de precios pero, según este supuesto, el índice Dow Jones solo debería caer por encima del 5 % un día de cada 3500 años. La realidad es que tales caídas de precios se producen de media cada 20 meses y que el mercado bursátil es mucho más volátil de lo que sugiere la distribución normal.

Mandelbrot señaló este fenómeno por primera vez hace 50 años pero sigue siendo ignorado por la gran mayoría de las gestoras de dinero actuales. En sus modelos de riesgo siguen asumiendo un mercado bursátil más estable simplemente porque es mucho más fácil de calcular. Por ello, Mandelbrot comparó a profesionales de las finanzas con navegantes que construyen sus barcos como si las tormentas no existiesen. Quienes confían su dinero a gestoras de activos deben, en cualquier caso, asegurarse de que su modelo de riesgo está actualizado con los últimos estudios financieros.

Apostar con las previsiones de precios

La gente con activos normalmente busca cómo invertirlos, independientemente de si la gestión es individual, está en manos de su banco o utilizan una gestora en línea. A la hora de tomar una decisión de inversión podría ayudarte recordar las ideas y teorías de estos diez grandes maestros, pregúntate si actúas emocionalmente estable a la hora de hacer una transacción bursátil y desconfía de los asesores y asesoras financieros que cobran comisiones y pretenden saber con qué valores y mercados se ganará más beneficio. Una cosa es cierta y es que los precios de la bolsa no pueden predecirse, algo que ya sospechó el famoso físico Isaac Newton. En 1720, Newton apostó con acciones en la empresa South Sea en una de las mayores burbujas especulativas de la historia y perdió 20 000 £. Su conclusión fue «Sé cómo calcular el movimiento de los cuerpos celestes, pero no la locura de las personas».

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Erik Podzuweit
FUNDADOR, CO-CEO
Erik cuenta con muchos años de experiencia en el sector financiero y en la creación de modelos de negocio digitales. Fue responsable de la división alemana Home & Living de Westwing como codirector general. Previamente, Erik trabajó durante siete años como director ejecutivo en Goldman Sachs en Londres y Fráncfort. Allí trabajó con instituciones financieras en el ámbito de la inversión de capital y fue responsable de una plataforma de comercio electrónico. Erik estudió administración de empresas y economía en Kiel y Warwick, y ha sido profesor de estadística y econometría.