Ante la situación de tener un dinero ahorrado, muchas personas se plantean si es una buena decisión o no invertir en el sector inmobiliario comprando una vivienda diferente a aquella en la que residen y, con este planteamiento, vienen las preguntas de cuánto se debe invertir en vivienda o si es un buen momento para comprar.
En España, invertir mediante la compra de una vivienda es bastante común: en 2023 la inversión en activos inmobiliarios en España se situó en el 5,7 % del PIB, un porcentaje que se recoge en el informe anual sobre el sector del Banco de España. El análisis destaca el creciente atractivo de la inversión en vivienda destinada al alquiler, favorecido por el auge de este tipo de solución habitacional, especialmente entre los jóvenes.
Adquirir una segunda vivienda en propiedad puede ser una forma de acumular patrimonio y una opción para aquellas personas que buscan la seguridad financiera a largo plazo, pero también acarrea una serie de obligaciones, desventajas y riesgos. En este artículo analizaremos los pros y contras de invertir en ladrillo, como se lo conoce popularmente, y conoceremos alternativas para participar en el crecimiento del mercado inmobiliario, como invertir en ETFs inmobiliarios.
Adquirir una vivienda en propiedad tiene una serie de ventajas, como los ingresos pasivos y la plusvalía.
Se pueden obtener ganancias de este tipo tras comprar una casa, por ejemplo, a través de la renta mensual si se alquila. Estos ingresos pasivos tienen la ventaja adicional de ser predecibles, lo que permite a quienes invierten una mejor planificación financiera.
El valor del inmueble puede aumentar con el paso de los años (en España, el precio de la vivienda se incrementó un 7 % en 2024) generando una plusvalía, es decir, la diferencia positiva entre el precio al que adquirimos la vivienda y su precio actual de mercado.
Por otro lado, comprar una segunda vivienda como inversión conlleva ciertas desventajas, como la necesidad de contar con ahorros considerables o los riesgos inherentes a este tipo de inversión.
Para invertir en el ladrillo es necesario comprar una vivienda, normalmente a través de un préstamo hipotecario y aportando una entrada (que ronda el 20 % del valor). Se trata de una operación para la que hay que contar con unos ahorros considerables así como unos ingresos regulares estables. Además, hay que tener en cuenta el coste de mantener una segunda vivienda, como los gastos de la comunidad, IBI, mantenimiento y reparaciones; suministro de agua, electricidad, gas y otros servicios; posibles derramas; el seguro, o la hipoteca.
Tanto la compraventa de vivienda como el alquiler de la misma con el objetivo de invertir son operaciones que conllevan riesgos, por ejemplo, los que se derivan de posibles cambios en el entorno económico o la propia solvencia económica de la persona propietaria o de sus inquilinos e inquilinas.
Es posible beneficiarse del crecimiento del mercado inmobiliario, a un coste menor y sin el compromiso que acarrea adquirir un inmueble, invirtiendo a través de instrumentos como los ETFs, fondos cotizados en bolsa que ofrecen una forma de invertir que requiere menos capital, transparente y ampliamente diversificada.
Los ETFs inmobiliarios incluyen entre sus activos subyacentes empresas dedicadas al desarrollo y operación de bienes inmuebles. También proveedores de servicios relacionados con bienes raíces y fondos de inversión inmobiliaria (REIT), o sociedades cotizadas anónimas de inversión en el mercado inmobiliario (SOCIMI), que participan en diferentes propiedades.
Los REIT generan ingresos mediante la gestión y posesión de activos inmobiliarios, y con los que se puede negociar en bolsa. Estos se clasifican a su vez en varios subtipos. Este tipo de inversión permite la posibilidad de generar ingresos a través de inmuebles, pero sin tener que comprar, gestionar o financiarlos. Los REIT son propietarios o arrendadores de todo tipo inmuebles (apartamentos, hoteles, oficinas, almacenes…) y, al invertir en estos, se está invirtiendo indirectamente en los activos inmobiliarios que posee el fondo. Los REIT pagan a las personas que han invertido en forma de dividendos o mediante el incremento del valor de las acciones. Cabe destacar que uno de los requisitos para considerarse REIT es la obligación de repartir entre sus accionistas la mayor parte de sus ingresos imponibles, habitualmente un porcentaje situado en torno al 90 %. Se puede invertir en este tipo de fondos también a través de ETFs.
Invertir en ladrillo puede ser una opción para quienes invierten buscando obtener ingresos pasivos y beneficiarse de la plusvalía a largo plazo. Sin embargo, hay que considerar que esta inversión requiere de un capital inicial considerable y conlleva riesgos asociados al devenir del mercado inmobiliario. Alternativas como los ETFs inmobiliarios ofrecen una manera accesible de aprovechar el crecimiento del sector sin adquirir una propiedad directamente.
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